Un estudio publicado en el Journal of Social and Personal Relationships concluye que la mera presencia de un móvil encima de la mesa de una reunión condiciona la propia reunión o al menos el estado de ánimo de los participantes.
El estudió se realizó con 34 personas que no se conocían entre sí y que tenían reuniones 2 a dos con una mesa en medio. En la mitad de las reuniones se ponía un teléfono móvil encima de la mesa y en la otra una libreta. La reunión duraba unos 10 minutos y se trataban temas forzados, libres, mundanos o relevantes. Cuando se acaba la reunión se le hacía un cuestionario a los participantes.
Aunque la muestra no es muy representativa ya se puede empezar a ver ciertas lineas claras: las reuniones en las que había un smartphone sobre la mesa generaban incomodidad a los participantes, las razones eran varias, entre ellas la sensación de no tener la completa atención del interlocutor debido al teléfono o la inquietud sobre las posibilidades del teléfono como espía.
Hoy en día es una práctica común en todas las reuniones y a veces da la sensación que se deja el teléfono móvil encima de la mesa como se dejaba el revólver en las cantinas del oeste, para decir aquí estoy yo y voy armado...
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